Desde
hace varias décadas se viene hablando del ‘matoneo’ en las escuelas y colegios,
entre niños y adolescentes. En algunos lugares este fenómeno ha revestido una
tal gravedad que los gobiernos han debido tomar cartas en el asunto. Un índice
de la seriedad del problema lo revela la literatura existente sobre el
‘matoneo’. Wilson Chavarro G. lo define así: “el matoneo o bullying (en
inglés) es un acoso o violencia que tiene su origen en las heridas no
asimiladas ni tratadas a tiempo, trayendo consecuencias psicológicas
lamentables tanto en quien lo practica (pues se va degenerando a partir de esas
actuaciones violentas y antisociales) como en la propia víctima (pues se
confunde, baja su autoestima y puede terminar aislándose o en actuaciones
lamentables por la depresión que puede llegar a sufrir”. Pero lo que sorprende
es que hoy se comience a hablar del ‘matoneo entre parejas de esposos. A este
propósito, debemos preguntarnos: ¿qué fue primero: el huevo o la gallina?’.
¿Qué fue primero: el matoneo entre niños y adolescentes, o el matoneo entre
esposos’?. Dónde habrán aprendido los niños a matonear?.
No es
necesario indagar mucho para responder al anterior interrogante. Sin lugar a
duda, el matoneo entre esposos precedió y con muchos siglos de anterioridad al
matoneo infantil con otro nombre: ‘machismo’. Casi diríamos que el ‘machismo’ es
tan viejo como el hombre: ya en el Génesis encontramos al primer hombre
‘matoneando’ a su compañera: “la mujer que me diste me dio del árbol y yo comí”
(3,11). M. Oraison, pensando en el relato bíblico le hace decir a Adán culpando
a Yahve: “por qué me has dado esta compañera causante de catástrofes, que me ha
hecho perder la cabeza?” El machismo no es de hoy, es de ayer y de anteayer…
Hoy se viste con un nombre nuevo: el ’bullying de pareja’.
El ‘bullying de
pareja se viste de piel de oveja con frases como estas: ‘te voy a dejar si no
lo haces..’, ‘tú ya no me quieres’, ‘haz esto o te va mal’, ‘yo te ayudo si te
portas bien’; e incluso se llega a fingir que alguien nos gusta para luego
humillarlo, es también una forma de matoneo. En las relaciones de pareja este
matoneo busca dominar y manipular; es complejo y doloroso por los vínculos
emocionales que hay entre el agresor y la víctima, los cuales se usan a menudo
para maltratar al otro. El matoneo entre parejas va desde gritos, golpes,
encierros, pasando por abusos y manipulaciones, incluye celos, posesividad y
obsesión, mentiras, insultos, amenazas y hasta maltrato sexual, aislamientos,
prohibición de amistades; ataca psicológica, emocional, física y verbalmente;
deja secuelas visibles e invisibles como el atropello a la evolución de la
sexualidad y la definición de la identidad. La violencia conyugal e
intrafamiliar es un fenómeno reciente en cuanto a su divulgación pública, porque
la violencia conyugal es un problema viejo; no se conocía a causa de que la
mujer no denunciaba por temor al marido o por no querer desacreditar su hogar.
Por este motivo se habla de la violencia conyugal como de un ’iceberg’ cuya
punta sobresaliente hace pensar en la mole sumergida del problema.
La
organización UNICEF, de la ONU, ha mostrado su preocupación por este problema.
El matoneo entre esposos es la escuela del matoneo infantil; es allí donde los
niños aprenden a golpear, a insultar, a ofender, a hacer daño al otro. Los
niños aprenden lo que viven: “Si un niño vive criticado, aprende a condenar; Si
un niño vive con hostilidad, aprende a pelear; Si un niño vive avergonzado,
aprende a sentirse culpable; Si un niño vive con tolerancia, aprende a ser
tolerante; Si un niño vive con estímulo, aprende a confiar; Si un niño vive
apreciado, aprende a apreciar; Si un niño vive con equidad, aprende a ser
justo; Si un niño vive con seguridad, aprende a tener fe; Si un niño vive con
aprobación, aprende a quererse; Si un niño vive con aceptación y amor, aprende
a hallar amor en el mundo”.
Para más infomación, visite: www.iglesiasdomesticas.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario