miércoles, 15 de julio de 2015

Dar todo a cambio de nada, Educación Equivocada

Esta reflexión nos la sugiere ‘la parábola de los talentos’ que narra el Evangelista S. Mateo (25, 14-28). Nuestros padres y abuelos sin duda que la habrán tenido presente al educar a sus hijos. En nuestro tiempo parece haberse olvidado este mensaje; los padres de familia modernos son exageradamente contemplativos con sus hijos, les ahorran hasta el más mínimo esfuerzo.

Como fruto, en buena parte, de esta conducta, tenemos hoy el fenómeno de los ‘jovenes adultos’; en cada país reciben un nombre determinado… Son aquellos jóvenes de 25, 30 años que aún viven con sus padres: son tal vez ya profesionales, viven a expensas de sus padres, aunque ganen un buen sueldo…; quizás sus padres no les exigen ninguna cooperación con el presupuesto de la familia, porque dicen no necesitar ayuda… Y cuando llegan a casarse, sus padres les pagan los gastos de la boda, el viaje de luna de miel y les dan casa para vivir...

Pero la costumbre de “darlo todo a cambio de nada” ya comenzó desde hace tiempo, desde la infancia; dan comida, vestido, estudio, medicinas, paseos, diversiones, comodidades, etc, Creen que el niño (a), el adolescente, también el joven, no tienen nada que dar a sus padres, a cambio de todo lo que reciben. Ni siquiera ‘dar las gracias’.

Estamos cultivando una ‘cultura de los derechos’, olvidando que derechos y deberes son términos correlativos: lo uno conlleva lo otro. Por esto se habla de los ‘derechos del niño’, pero no se hace mención de los deberes... Por este camino hemos llegado ya a que los niños acudan a la tutela estatal para demandar a sus padres por algo que ellos creen que es su derecho.

Esta conducta de ‘dar todo a cambio de nada’ ha generado en la conciencia de los niños, incluso de los jóvenes, la mentalidad de que no tiene sentido vivir si no reciben cuanto quieren o necesitan. Como consecuencia de esta mentalidad apareció en Europa la ola de suicidos juveniles y posteriormente el suicidio de niños.

La vida humana se inscribe dentro de una red de relaciones interpersonales en las que es necesaria la correspondencia; el principio tradicional del ‘doy para que me des’ tiene alguna aplicación: los padres dan lo necesario para vivir (comida, vestido, educación…) y el hijo (a) lo sabrá aprovechar debidamente; por lo menos entenderá que debe obedecer, que debe respetar, que debe dar buen rendimiento en el estudio, etc; al menos, sabrá decir ‘gracias’.

La vida humana, con su red de relaciones interpersonales, implica el ‘compromiso’. Educar es hacer entender la realidad de que todos estamos comprometidos, en alguna forma, con los demás; así lo exige el hecho de vivir en relación con los demás. No comprometerse en alguna medida es evadir mi participación en la vida de hogar, de comunidad, de sociedad.


“Familias numerosas, favorecieron la imposición de tareas a los hijos como bañar, alimentar, vestir y hasta cuidar a sus hermanos menores, mientras sus padres, particularmente la mamá, atendían a los más pequeños. Algunos padres que vivieron esta experiencia evitan que sus hijos la sufran, educándolos sin responsabilidades y exigencias. Será ésta una buena forma de educar?. Dar todo a cambio de nada es un error en la pedagogía familiar.

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