Hace
algunos años presentaba a un grupo de mujeres un ‘video’ en diapositivas, hecho
en Perú, titulado ‘Sin sueldo ni horario’. Esta proyección se refería
a la situación de la mujer en muchas partes aún hoy: muchas horas de trabajo en
su casa sin un horario fijo y sin sueldo; su esposo, en cambio, se atiene a la
jornada laboral establecida legalmente y cobra mensual o semanalmente un sueldo
determinado.
Estas
mujeres al regresar a sus casas comentaron con sus maridos lo que habían visto
y plantearon el reclamo por la injusticia que se está cometiendo contra ellas.
El estimado Lector puede imaginarse la protesta que se me vino encima por parte
de aquel grupo de esposos por haberle abierto los ojos a sus mujeres !!.
De
todas formas, la injusticia es evidente. Cuántas horas trabaja la mujer en
casa?. Y, sobre todo, la mujer que debe luego cumplir un horario de oficina… Se
levanta antes que el esposo y los hijos para preparar el desayuno de todos,
para organizar el vestuario de escuela de los niños, para dejar ya listo el
almuerzo; por la tarde, al regreso del trabajo, la jornada se continúa en casa:
lavar y aplanchar la ropa, preparar muchos detalles para el día siguiente, etc.
Y así uno día tras otro.
La
situación para el esposo es diferente: al levantarse ya encuentra servido el
desayuno y la ropa para vestir está pronta; cumple las 8 horas de jornada
laboral; regresa a casa, se pone las pantuflas y se sienta a leer la prensa del
día, a ver los programas de televisión, y a cenar cuando llega la hora; cobra
su sueldo al final del mes, hace el balance del período (entradas y salidas),
paga las deudas, reserva el dinero necesario para los gastos de casa.
Una
falla muy frecuente entre los esposos es la de no tener presente que el sueldo
que se ha ganado, en buena parte se debe también a la esposa que tiene en casa
y que atiende a los oficios de una buena ama de hogar. A veces los esposos
olvidan las necesidades personales de sus esposas y, si acaso las atienden, lo
hacen con mezquindad. La suerte de muchas mujeres casadas, todavía hoy, es la
de una mujer sin sueldo ni horario.
El
Papa Juan XXIII ya habló en su tiempo del ‘salario familiar’ aludiendo a la
justicia laboral de las empresas que deben reconocer un salario justo a los
obreros y empleados en razón de la familia que poseen: una esposa y unos hijos.
También el Papa Pablo VI hizo referencia en la encíclica Laborem exercens
al reconocimiento que se merece la esposa y madre por su trabajo dentro del
hogar.
Con
la liberación de la mujer, fenómeno de nuestra época, la mujer se ha liberado
del trabajo dentro de la casa de familia, se ha profesionalizado y se ha
abierto al mercado laboral fuera del hogar. Ser ama de casa es también una
profesión. La entrada en el marcado laboral conlleva el abandono de los
quehaceres hogareños y, muy especialmente, dejar el cuidado de los hjjos en
manos de una empleada. Este fenómeno ha generado conflictos conyugales y
familiares: divorcio, administración independiente de los salarios, egoísmos
individualistas.
Ésta
es una situación concreta que los novios deben resolver cuando planean su
futuro matrimonio: acordar el ‘patrimonio común’ en virtud de que a partir de
entonces “serán una sola carne”, una persona conyugal; ya no contará tanto el
YO o el TÚ, sino el NOSOTROS de pareja: nuestro amor, nuestro proyecto común,
nuestro futuro, nuestros hijos, nuestra felicidad. El individualismo que campea
en nuestro medio ambiente es una ‘bomba de tiempo’: si no trabajamos por
la solidaridad conyugal y familiar, tarde o temprano hará sentir los estragos
!!!. Se debe tener presente que el varón responsable normalmente es un buen
trabajador y ella en casa una buena financista para la administración. El
trabajo de uno y otra es digno y merece reconocimiento y respeto. Con el patrimonio
conyugal se funda y construye el patrimonio familiar.
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