miércoles, 24 de junio de 2015

Eres agresivo (a) en casa?

La agresividad no es solo problema de hoy; diríamos que siempre se ha tenido noticia de ella; un primer testimonio en la historia de la humanidad es el caso de Caín contra su hermano Abel. Frecuentemente se llama la atención sobre la agresividad de los jóvenes de hoy; preocupa la violencia familiar que no es problema de hoy; ésta se revela hoy como el fenómeno del ‘iceberg’: montaña de hielo sumergida en el mar cuya punta asoma en la superficie; así es la violencia familiar: UNICEF ha denunciado este problema, como el ‘iceberg’, un problema escondido por mucho tiempo a causa de que las mujeres violentadas no denunciaban este vicio por diversas razones.

Esta agresividad, que se manifiesta de múltiples formas en nuestra sociedad, hoy tiene una nueva versión: el ‘matoneo’, llamado también ‘bullying’. Es un fenómeno relativamente reciente: en Europa hizo su aparición a fines del siglo pasado y comienzos del presente manifestándose en los centros educativos sobre todo. Los gobiernos civiles han tomado cartas en este asunto saliendo al encuentro del problema.

Queriendo señalar la fuente de este problema, algunos autores coinciden en apuntar sobre la misma familia, en particular sobre la conducta de los esposos y padres como causa principal de la agresividad entre los niños. El viejo machismo de muchos varones, el moderno feminismo de las mujeres siguen prolongando el conflicto de la rivalidad de los sexos, La violencia de palabras o de acciones de uno contra la otra parte causan heridas, traumas, frustraciones u odios en los hijos.

“Que los niños tengan comportamientos agresivos es una forma de expresar su sentir ante un entorno familiar poco afectivo, ausencia de padre o madre, divorcios no amigables, violencia intrafamiliar, abuso o humillaciones ejercidas por adultos”, escribe el informe PANDI publicado por Periodismo aliado de la niñez, del desarrollo social y la investigación.

Los niños trasladan la conducta buena o mala que observan en sus padres y la imitan en la relación con sus hermanos(as) o con los compañeros del jardín o de la escuela. Por qué extrañarse del vocabulario o del maltrato que se dan entre hermanos si lo han aprendido de sus propios padres?. La familia es la primera escuela para lo bueno o para lo malo, y los padres son los primeros maestros de lo uno o de lo otro.
Pero el ‘matoneo’ no se ha limitado a sola la escuela; hoy está apareciendo en los ambientes ‘virtuales’; según los expertos que participaron en el estudio PANDI, este tipo de acoso del que hay 191 reportes de menores de edad afectados en este año, puede dañar más que el ‘matoneo presencial’, pues los agresores, que son niños o adolescentes, no dimensionan el universo de los medios virtuales y hacen cosas que no harían en la vida real. Las agresiones verbales son mucho más fuertes de lo que se pueden dar en persona y lesionan mucho más la autoestima de los niños.


Wilson Chavarro G., en su libro El matoneo o bullying, sugiere a los padres de familia algunas orientaciones para afrontar este problema: proporcionar un ambiente de armonía y estabilidad en el que esposos e hijos se sientan amados y en el que los padres expresen a sus hijos que los aman; aprender a escuchar (no a oír) a sus hijos, garantizándoles un ambiente de acogida, comprensión y ayuda; visitar el colegio de los niños, frecuentar los amigos que tienen y demás conocidos que les puedan ayudar a comprender cada vez más la realidad que ellos viven; evitar la violencia, pues los maltratos generan más violencia y pueden llegar a a ser una ‘bomba de tiempo’ hasta en la misma casa; no patrocinar ni aplaudir actuaciones agresivas de los hijos, al contrario, corregirlos, pues así ellos sabrán que están obrando mal. Cuando la persona no aprende a amar, difícilmente se curan las heridas del desamor; amar es el gran antídoto para todos los males.

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