Como seres
humanos hemos sido creados de manera individual, no como clones de “La Guerra
de las Galaxias”o de “Matrix” para los que somos peliculeros y para los que no
son peliculeros les diría que somos modelos exclusivos, no como camisas de
tiendas de a peso. El desarrollo de
nuestra vida como seres adaptados e integrados a una sociedad y sobre todo
llenos de alegría y felicidad depende inicialmente de nuestra salud física,
psicológica y espiritual todas ellas unificadas en armonía dentro de cada uno
de nosotros. Para que esto sea posible
luchamos por comer bien, hacer ejercicios, tener tiempo de recreación,
controlar nuestras emociones, evitar conflictos, superar los miedos, en pocas palabras: estar seguro de uno mismo. Esta seguridad nos lleva al éxito
profesional, matrimonial y familiar. Con
personas así construimos un mundo mejor.
Pero en esta búsqueda personal se nos hace énfasis en desarrollar las
propias capacidades, los dones espirituales que Dios nos ha dado, afirmar el
“YO” como seres únicos, imagen de Dios, con sentido de pertenecer a una nación,
a una cultura, a una Iglesia…y esto está bien.
Pero a nuestro parecer nos faltaría ocuparnos del “YO” familiar que
envuelve todos los “YO” mencionados.
Estamos de acuerdo que el sentido de
pertenencia a un país, una religión, una profesión son importantes y anclan al
individuo a un puerto seguro, pero el pertenecer a una familia con un padre y
una madre presentes, activos, amorosos, expresivos solidifican la persona
humana que aunque no exista una nación, una cultura, una profesión o una
religión logrará la plenitud de sí mismo, su felicidad, su sentido de
pertenencia a la creación de Dios como familia universal y repetirá el modelo
construyendo a su tiempo una familia integrada al plan de Dios para la
humanidad.
Nosotros como individuos
procedemos de familias integradas que nos han dado la solidez de individuos, con
tropiezos y debilidades de todo tipo (físico, emocional y espiritual) pero que
hemos logrado superar basados en la imagen de Dios a través de nuestros padres
unidos en matrimonio, presentes y activos, al mismo tiempo podemos decir que
nuestro hijo se desarrolla como ser humano con un sentido de pertenencia a este
país, a nuestra cultura hispana, a nuestra Iglesia Católica, pero lo que más le
fortalece es su “YO” familiar, con sentido de pertenencia a nuestra familia que
es Católica, multicultural, con debilidades y fortalezas, pero sobre todo
llenos del amor de Dios para dar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario